Me sorprendió su espontánea expresividad. Aunque fue un desahogo para él. Ahí nomás lo abracé y traté de consolarlo a pesar de mi menor edad. Y encontré un rápido argumento gracias al legado del rugby, un deporte ejemplar.
Lloraba como un chico, aunque también es cosa de hombres llorar. Sus lágrimas parecían hablar. Denotaban esfuerzo, sacrificio, entrega y elevadas ambiciones generadas por la pasión de un juego muy particular.
La tarde empezaba a caer y el campeonato acababa de finalizar. Atrás quedaba una temporada esforzada, plagada de sueños y duros entrenamientos desafiando la adversidad.
La pasión de este hombre se trasparentaba en el brillo de sus ojos ahora humedecidos por la situación. En los surcos de su cara y el sollozo de una voz extenuada ya sin fuerzas para hablar. Me estremeció su llanto y me generó compasión. A su pequeño club, el más humilde de la ciudad, se le había escapado una gran oportunidad. Perdió el campeonato provincial en una digna final.
Él se creía con las manos vacías sin darse cuenta que había conseguido cosas mucho más valiosas que el simple hecho de ganar. Es que no todo se reduce a la conquista suprema a la que sólo uno puede llegar. El título no es más que una meta que sirve de guía para plasmar el crecimiento en el andar. Allí está la verdadera conquista: en caminar a piso firme con la convicción de saber que se gana a diario inculcando valores y enseñanzas bajo el pretexto de jugar. Eso le traté de explicar."
Alamo acababa de perder la final. No logró el título, pero atesoró un gran triunfo
Wenceslao Bettoni - FUENTE: EL DIARIO 21/10/08
Que más decir, ustedes han forjado un camino, siguen siendo la inspiración de todo grupo que lleva la camiseta, que se enoja, que se ríe que ACOMPAÑA.
Por eso queremos felicitarlos porque han sembrado en cada uno de estos niños el entusiasmo.
Un abrazo muy fuerte
CAB Subcomisión de Hockey